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Friday, October 21, 2005 

La garra macabra

La noche era fría y oscura. Un silencio sepulcral envolvía la ciudad que se mantenía despierta, a la espera de la medianoche. Doce campanadas sonaron, advirtiendo a los habitantes que sus sueños serían intranquilos. Dos bellas mujeres veían la televisión mientras preparaban mole y arroz, por lo que no prestaron atención a la llamada siniestra de las campanas.

Sus miradas estaban clavadas en C.S.I. Las Vegas, y se sorprendieron cuando escucharon un sonido espeluznante en su puerta. Parecía que alguien- o algo- rascaba la madera. Se miraron una a la otra con ojos de espanto, el corazón latiendo con fuerza y la manos sudorosas. "¿Escuchaste eso?" y de nuevo el sonido, esta vez más claro. "Sí, sí escuché ¿qué es?" preguntó una de ellas, mientras bajaba el volumen de la televisión para cerciorarse de que el sonido no provenía de ahí.

De nuevo el sonido, pero esta vez subió por la pared hasta la azotea. Las dos bellas mujeres se acercaron lentamente a la puerta. Una de ellas aseguró la cerradura mientras acercaba su oído para escuchar mejor. La otra se acercó a la pared, aterrada, segura de que la muerte había llegado por ellas.

La piel se les erizó cuando el aterrador sonido se escuchó de nuevo. No podían explicarlo. El pasillo estaba sumido en una oscuridad profunda, negro como la misma noche que las envolvía. Sólo se veía una línea de luz que provenía de la casa de enfrente. La visión que tenían a través del resquicio de la puerta no era muy amplia, sin embargo podían estar seguras de que no había nadie ahí. Al menos no una persona.

"No abras la puerta" dijo una de ellas "puede ser un ladrón o un violador". La otra mujer tragó saliva y dijo asustada "no, creo que es un monstruo"...


MORALEJA: "no hay que confundir los sopes con las garnachas"

About me

  • I'm Alarum Raia
  • From Guadalajara, Jalisco, Mexico
  • Tener entre los desesperados que se ahorcan y despeñan- y que como a tales no les enterrasen en sagrado-, a las mujeres que se enamorasen de poetas a secas. (Frag. de la "Premática del desengaño contra los poetas hueros" de Quevedo)
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