Back to reality
Imaginen: mi hermano y yo, a las 4 de la mañana, bajando 7 pisos de escaleras con 100 kilos de maletas encima. Con esos kilos encima, caminando 5 cuadras a la estación del subway. Con esos kilos encima, bajando las escaleras de la estación del subway que estaba cerrada. Subiendo esas escaleras. Caminando otras tres cuadras a la siguiente estación. Bajando las escaleras (dos escaleras) de la estación que también estaba cerrada. Subiendo las escaleras. Caminando 2 cuadras a tomar un taxi al aeropuerto. Con esos kilos encima.
Llego a mi casa, abro las maletas, desparramo todo, separo los encargos de mis compras y me doy cuenta de que no compré tanto como yo creía. Me doy cuenta de que me faltaron regalos. Y ahora la Reina Galáctica y Sammy están sentidas porque lo único que recibieron fue una postal, una taza y un espejo respectivamente. Imaginaban que traería bolsas, zapatos y blusas hermosas para ellas. Pero ¿como? si todo es tan caro. La ropa usada y vieja es la más cara, por cierto.
Entonces me di cuenta: no fui de compras. Y tampoco fui a muchos lugares que tenía planeado ir. Me pasé la mayor parte del tiempo conviviendo con mi hermano que hace dos años y medio no veía. Y fueron los mejores quince días que he tenido en mucho tiempo.
Gracias hermano. Eres el mejor hermano mayor que una hermana mayor pueda tener.
*Si no traje hermosos regalos para todos ¿de qué estaban llenas las maletas que pesaban 100 kilos? se preguntarán ustedes. De periódicos neoyorquinos, folletitos neoyorquinos, planos de museos neoyorquinos, cinco pares de zapatos neoyorquinos y los pocos souvenirs neoyorquinos que traje. Ese tipo de cosas que me gusta coleccionar y que muy pocas personas podrían comprender por qué las guardo (porque el papel pesa mucho, por cierto)
*¡Ah! todos aquellos libros que compré, mi hermano me los tendrá que enviar por correo porque no me cabían en ningún lado